⇨ El problema de la desnutrición y deshidratación en los mayores
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El problema de la desnutrición y deshidratación en los mayores

adultos mayores

El problema de la desnutrición y deshidratación en los mayores

La desnutrición y la deshidratación en las personas mayores es uno de los problemas más graves y a la vez más frecuentes. Los malos hábitos, las enfermedades mentales, los cambios bruscos de temperaturas a los que los ancianos son más sensibles pueden llegar a ocasionar estos problemas.

En la mayoría de casos no suelen traer mayores complicaciones que reponer su organismo de nutrientes e hidratarlo, pero en algunos casos puede derivar a enfermedades como la anemia, influir en la pérdida de memoria, visión, apatía, mareos y en los casos más graves puede poner en riesgo la vida de nuestro anciano.

 

¿Cuáles son las causas de desnutrición y de deshidratación más comunes que suelen darse?

Una de las causas más comunes son los largos periodos en los que se encuentran los ancianos solos, en los que pierden interés por cocinar para ellos, comen solos por lo que pierden los horarios y comen con desgana cualquier cosa.

Con la edad sufren trastornos asociados a esta, como cambios en las papilas gustativas, por lo cual los alimentos no les saben igual y acaban perdiendo el gusto por saborear diferentes comidas. Algunos de los medicamentos que tienen recetados como efecto secundario tienen la pérdida de apetito o volver algunos alimentos amargos.

Masticar se vuelve un trabajo complicado debido a que suelen padecer más enfermedades relacionadas con encías o mala salud dental. Desplazarse también implica un riesgo, ya que si tienen dificultades para moverse también les supondrá un esfuerzo acudir a la tienda a abastecerse o simplemente ir a la cocina a por agua.

Otra de las causas son las enfermedades mentales asociadas con la vejez, como la depresión o las pérdidas de memoria que en ocasiones les hacen olvidar que han comido.

También hay que tener en cuenta otras cuestiones como los malos hábitos, las malas dietas bajas en sodio o en grasas, preferir el consumo de alcohol al del agua, etc.

 

La solución en las residencias de mayores

La mayoría de las causas que provocan la desnutrición en ancianos quedan eliminadas al entrar dentro de una residencia de ancianos. 

En estas tienen horarios de comidas que no se salta ninguno, un acompañamiento diario por lo cual no se sienten solos al comer, si no pudiesen desplazarse siempre habría alguien acompañándolos en la habitación mientras comen. Las enfermeras y personal de las residencias están pendientes de las fluctuaciones de peso y cambios de salud para implementar las medidas oportunas. Se someten a controles de peso y controles médicos para comprobar que todo funciona correctamente.

En cuanto a la hidratación, tienen siempre a su disposición una fuente de agua o zumos refrescantes o, en el caso de que no pudiesen beber ni comer por sí solos, una vía que se encarga de abastecerles de lo necesario.

Tendrán a disposición comidas pensadas especialmente para ellos, ricas en nutrientes y vitaminas. Entre estos podremos encontrar el ácido fólico presente en espinacas, cereales o lentejas; la vitamina B-12 que encontraremos en alimentos como el pavo, la carne, el pollo, los huevos y la leche; la vitamina C, presente en su mayoría en naranjas, pomelos, patatas. La vitamina D que podremos encontrar en avena, sardinas…. o los ácidos grasos esenciales que se encuentran en las ostras, los arenques las truchas y los cangrejos (más información).

Todos ellos, combinados en un menú especial regulado por dietistas a base de purés, sopas, infusiones, smoothies en épocas de verano, es lo que nuestros mayores necesitan para evitar problemas relacionados con la desnutrición y la deshidratación. Un menú diseñado para que cada día prueben algo diferente y que contribuya al correcto funcionamiento de su organismo.

Aparte de medidas concretas en las que el personal de las residencias presta especial atención en épocas de verano en la que, al sudar pierden más líquidos o en épocas de invierno cuando, debido al frío suelen tender a perder las ganas de ingerir agua ya que no sienten tanta sed.

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