31 Ago Cómo prevenir la depresión en la tercera edad
La depresión en ancianos está alcanzando cada vez unos índices mayores: la soledad, la pérdida de capacidades físicas y cognitivas, quedarse sin trabajo y no saber qué hacer con todo el tiempo libre o el ingreso en una residencia de ancianos son alguna de las razones por las que el estado anímico de nuestros mayores se ve alterado.
Pero lo sorprendente es que en muchos casos la depresión no se trata o ni siquiera se diagnostica como tal. Y es que, los síntomas de esta, según vamos avanzando en el tiempo, varían de los síntomas que sufrimos cuando somos jóvenes. Entre ellos podremos encontrar la fatiga, un malhumor constante o irritabilidad; son síntomas que en nuestra sociedad solemos considerar “normales” en edades avanzadas.
Por ello es muy importante poder diagnosticar a tiempo este trastorno o no confundirlo con otros que nada tienen que ver pero que tienen síntomas similares (problemas de atención y Alzheimer por ejemplo).
¿Cómo evitar que esto suceda? Al contrario de lo que podamos pensar, podemos retrasar y evitar la aparición de la depresión siguiendo unas indicaciones.
Apoyo y comprensión familiar
En estos casos, en los que trabajar ya es parte del pasado y cada vez se reduce más el círculo de amistades, la familia se convierte en el principal factor de apoyo del anciano.
Estos se encuentran en la etapa más vulnerable, dependiente y limitada y si no se ven apoyados y entendidos tenderán a cerrarse o a responder con ataques de ira y mal humor.
Pasar tiempo con ellos, preguntarles acerca de su día a día o hablar de sus inquietudes, pedirles consejo… son alguno de los comportamientos que harán que se sientan valorados, comprendidos y escuchados y no se tarda más de cinco minutos diarios.
Si no disponemos del tiempo suficiente para poder pasar tiempo de calidad con ellos y vemos que se encuentran aislados podemos optar por un cuidador que les haga compañía o por proponerles acudir a un centro de día para mayores.
Mantener contacto con otras personas mayores
Siguiendo el hilo del anterior punto, llegamos a este: muchos habrán llegado a la vejez dejando por el camino a sus amigos e incluso a su pareja y sienten que no tienen a nadie en quién apoyarse.
Un deterioro de tal magnitud en el entorno social y familiar sería perjudicial hasta en personas sanas y jóvenes. Por ello debemos animarles a que socialicen, se apunten a clases de baile, viajen, y hagan actividades que además de motivarles les hagan conocer a personas en su misma situación.
Realizar actividades lúdicas
Para combatir la tristeza no hay nada más efectivo que la diversión. Es bueno que inviertan tiempo en actividades lúdicas como talleres de lectura, manualidades, actividades en las que se estimule su memoria, sus sentidos y que les hagan sentirse bien consigo mismos.
Practicar ejercicio físico de forma continuada
Aunque a mayor edad más limitaciones físicas, es importante no dejar de hacer ejercicio, al menos dos veces por semana (haciendo clic en este enlace, podrás ver cuáles son los deportes más adecuados para practicar en la tercera edad).
Se ha demostrado que el deporte, además de mejorar nuestro estado físico (que, a su vez, repercute en nuestra autoestima) libera endorfinas que automáticamente hacen que nos sintamos bien.
Con salir a dar un paseo en unas horas en las que no haga mucho calor bastará para ir ejercitando musculatura y para mejorar el estado de ánimo.
Seguir una buena alimentación
Los alimentos son muy importantes en nuestra dieta: el pescado azul, la avena o toda la fruta rica en vitamina C ayudan a nuestro cerebro a liberar endorfinas.
Tomar el sol y reír mucho
La risoterapia es una de las disciplinas más efectivas para combatir la soledad y gracias a los rayos ultravioletas nuestro cuerpo genera serotonina (más conocida como la hormona de la felicidad).
Un buen descanso
Nuestro cerebro necesita descansar para regenerarse y funcionar correctamente. A medida que nos hacemos mayores, el sueño se vuelve de peor calidad y nos cuesta más dormir. Por ello mantener una buena rutina del sueño se vuelve vital para que al día siguiente nos levantemos como nuevos.
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