¿Por qué algunos ancianos quieren seguir trabajando?

Desde que empezamos a trabajar, soñamos con el día en el que llegue nuestra jubilación para no tener que volver a trabajar nunca más, escapar de los jefes, de los horarios, los atascos y los madrugones.

Pero, una vez que llega el periodo de la jubilación, vemos que hay ancianos que temen el momento en el que tengan que dejar su trabajo e iniciar una nueva etapa. ¿Por qué sucede esto?

1- Miedo a dejar la zona de confort.

Definimos como zona de confort todo aquello que nos es conocido y familiar, desde el camino que siempre hacemos a casa, nuestro perfume, los amigos y el trabajo que hemos estado realizando durante años. No solamente sucede en los más mayores: las personas que han perdido su trabajo o se encuentran frente un ascenso, sienten también este temor a lo desconocido, a no saber si van a realizar correctamente el trabajo o si aquello les va a complacer.

2- Miedo al aburrimiento.

Invertimos unas ocho horas de lunes a viernes en el trabajo, sino más. Cuando de repente recuperamos estas horas y tenemos que invertirlas por nuestra cuenta nos invade el “horror vacui” del Barroco, tenemos miedo a las horas vacías de entretenimiento. Puede que piensen que se van a aburrir o que no van a encontrar un pasatiempo que les guste lo suficiente; sin embargo, podremos tranquilizarlos con una lista de todas las actividades que se pueden hacer cada día, desde ver películas, leer libros, aprender una carrera nueva…

3- Sentirse inútil.

La realización de un trabajo correcto aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a sentirnos útiles. Al no tener ninguna responsabilidad pueden llegar a pensar que su vida ya no tiene ningún fin aplicable.

4- Perder habilidades.

El trabajo nos obliga a estar constantemente pendientes y alerta de los cambios que se puedan llegar a dar. Además de obligarnos a tener una rutina de horarios. Si, además, se trata de un trabajo manual o intelectual, pueden temer que con la falta de práctica sus habilidades se vean mermadas y pierdan conocimientos (más información aquí).

5- Perder independencia.

Trabajo es sinónimo de dinero. Es cierto que al llegar la jubilación no dejamos de ganar dinero, pero esta cantidad es mucho menos de la que pueden llegar a ganar trabajando. Al disminuir los ingresos, también disminuyen las posibilidades financieras. Muchos ancianos han denegado la jubilación porque, con la crisis financiera, tuvieron que hacerse cargo de la economía familiar. Muchos ancianos viven en sus propios apartamentos, los cuales pueden tener que abandonar al no poder a llegar a pagarlos con la pensión que les queda y tener que ingresar en una residencia.

6- Miedo a la soledad.

En el trabajo, a no ser que seamos autónomos y trabajemos desde casa, estamos rodeados de gente todo el tiempo. Dejar de trabajar significa tener que buscar amistades y perder paulatinamente el contacto con el ámbito laboral.

7- Su trabajo es su pasión.

Probablemente les guste trabajar en lo que hacen. Si, además de trabajo, es su pasión, no querrán abandonarlo. Si su trabajo les aporta satisfacción y entretenimiento, además de ingresos, posiblemente quieran alargar al máximo su periodo laboral.

8- Significa inevitablemente el fin de la madurez y el comienzo de la vejez.

En nuestra sociedad tenemos asociada la jubilación con la vejez y a esta con la cercanía de las enfermedades asociadas a la edad y a la defunción. Es obvio que esta idea produzca rechazo, nadie quiere sentirse mayor para poder realizar su trabajo correctamente. Lo ideal sería cambiar el punto de vista: no se trata del fin de una etapa productiva y el comienzo de una etapa de declive, más bien podemos cambiar el trabajo con la adquisición de nuevos saberes (carreras, idiomas, cursos), tomar el fin de este como el comienzo de una nueva etapa también de rutina, adquisición de conocimientos, etc. Echa un vistazo a este artículo para más información sobre el tema.